Sólo si eres alguien que aprecie los sentimientos y sus pensamientos, disfrutará de la escritura de ellos.
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31 de mayo de 2015

Sin vos.



La voz que nunca más escucharía
se cuela haciéndose hueco en la noche
enfermando el silencio,
poniendo el dedo en la llaga
trastornando la sed que dejó en mi cuerpo,
vistiéndome de su piel
en una dulce ambrosía,
donde en mis pensamientos caben
mil y una fantasía,
por culpa de la ausencia que dejó
esta soledad se revela en si misma.

La memoria no entiende de nombres,
y va desnuda sin sentirse cohibida
sus huecos son parcelas,
poniendo a su antojo, y a veces en desorden,
los caprichos que se liberan.

Como esta noche
que hallará la quietud de unas manos frías,
de aquellos besos que reposan en un pecho vacío,
la soledad de un sueño que se adueña
del sentimiento cautivo.

Es crueldad someterse al dolor
que produce el espacio de pensar,
si el corazón desobedece a la razón
llamando a las mariposas
que desean posarse en la flor.

Quien le dice a la rosa
que su aroma se evaporó,
que no espere cielos abiertos
de los labios que besó.

El sueño se desvanece, otro amanecer sin vos.


Yayone Guereta.


22 de mayo de 2015

Por siempre...amor.


El esfuerzo y la lucha fue en vano
atesorando ese pequeño sueño, 
el que le llevo a la locura y hoy abandona,
sacrificando sus años,
joven y frágil inocencia escondida,
en los pliegues del alma.


La tortura de no apartarle de su mente
se convirtió en delirio mortecino,
aferrándose tan solo a ese minuto, 
ese momento, 
el que sería su muerte, 
no quería otro destino,
anidándolo en su regazo
como nunca antes hubiese querido, 
alborotaba todos sus sentidos,
sin importar yacer en sus brazos,
morir allí mismo.

Jamás pensó que podría estremecerse tanto...

La lucha diaria se convirtió en quimera, 
no poder poseerle
era su pequeña esperanza,
tomar la felicidad ansiada,
y engañar sus sentidos perdidos en la nada. 

No pudo hacer más por un imposible, 
siempre estuvo en sus manos,
esas manos que un día, acariciaba.

Su mundo,
su vida,
sus anhelos,
sus ganas de vivir,
la ilusión, de ser amada,
murieron,
fatal puñalada.

Universo que giraba entorno a su existir,
dulce esperanza,
entregó sus días, sus alegrías, 
penas y alabanzas.

Con el tiempo se marchitaba, 
se hizo larga la espera,
tan solo pudo decir,
en el deambular de los días,
que nunca olvidaba, porque estuvo, 
y estaría por siempre dentro,
sería su agonía, maduraba.

Mira al pasado,
en su boca la sonrisa rota de un bello sentimiento, 
sabiendo que un día amantes fueron,
escondido en un rincón
en el baúl de los recuerdos,
el que llenó, y que otro ocupará, 
para los restos,
ser sin ser, el ser,
aplacando un vacío,
paño de lágrimas que utilizó
en lo amargo de su hastío.

Hasta en su sepultura pediría,
grabar el nombre en su epitafio
y descansar por siempre
junto al amor de su vida.

En esa parte de sus laderas
donde la hierba crece verde y fresca , 
deja un camino lleno de dolor,
donde sepulta el alma entera.

La vida sigue.........amor.


Yayone Guereta.

14 de mayo de 2015

No me culpes.



No me culpes si en mis párpados solo existen noches,
en su abrir y cerrar quieren huir del día, 
donde no atisban ni un retazo de luz -la que dicen-,
que da vida, y los míos quieren partir.

Quizás sea el temor de la piel,
que tirita cuando siente,
y se estremece,
con el viento gélido, la lluvia fría,
y gime desconsolada a la ausencia del roce,
la que le elevó a los cielos,
tocando cada constelación con las yemas de sus dedos.

No me culpes si dejo de existir,
mis alas quedaron sin plumas,
rotas, sin ningún devenir,
y no queda mas reflejo, que mi propio batir,
donde las piedras son el espejo,
que he de combatir.

Dile a tus labios que esperen,
que a mi boca han de sentir.

Yayone Guereta.


11 de mayo de 2015

Tan solo le pedía.



En un ayuno constante,
donde parían mil veces la misma desidia,
alumbraban las mismas dudas,
y tan solo le pedía...

Hacerle un hueco en su sonrisa,
para mantener la llama de dicha,
que sustente a seguir los días,
la que en tiempo no encontraba y notó marchita.

Darle un sitio en su mirada,
que pudiese ver el reflejo de esa luz,
la que nace incipiente en la mañana,
esa que vio caer,
con espacios oscuros de nubes atormentadas.

Asiendo las manos hacia las suyas,
moverían montañas,
con la fuerza que da la voluntad del querer,
el que palpita ser un solo latido,
donde mueren los amantes impregnados de la misma piel,
alcanzando el infinito,
las que no sentía,
desde que se dejó en su olvido.

Y ella, queriendo darle su cielo,
mientras él,
quemándose en su propio infierno,
donde perdió la batalla,
consciente del enemigo que llevará consigo mismo.

Vencida en voz,
en cuerpo y alma,
donde TAN SOLO LE PEDÍA... una palabra,
un acto de amor que la tenia abandonada.

Marchó sin apenas oírsele un quejido, 
en silencio la humedad de sus ojos,
dolor y sufrimiento,
sabía que aquel sería su abismo...


Yayone Guereta.


6 de mayo de 2015

Alma rota.



En sus cordilleras quiero perder hasta el nombre, 
el que deshace la boca al querer pronunciarse, 
vestir la noche de terciopelo, 
el pétalo de rosa que va desgranando sus vestiduras, 
mostrando el ansiado néctar, 
la dulce miel que los labios liban.

Robándole el tiempo al reloj para cometer mi delito, 
implacable atenta sobre el cielo cubriéndolo con nubes, 
como retrocediendo, 
parando el momento, 
y yo lo imploro.

Imploro con tesón, 
con la fuerza suficiente de aclamar al nuevo día, 
el que traerá el sol, 
y con él, el deseo de alcanzar su colina.

Habitar como una diosa en su olimpo, 
ser oración y credo sin misticismos.

Y florecer en su tierra salvaje sin algoritmos, 
con la inocencia de la piel que por primera vez se prueba, 
la que no se olvida en siglos.

Es la ausencia que va convirtiéndose en olvido, 
la que cruje en los sentidos y deja el alma rota, 
rompiéndose en mil pedazos, 
al no poder sentirlo mio.


Yayone Guereta.