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27 de febrero de 2015

Lo que pudo ser y no fue.( Micro)



Siempre fue un niño inquieto, curioso, muy observador.
Ya desde crío, capturaba imágenes de cualquier lugar o elemento que le llamase la atención, guardándolo en sus retinas.
Y claro, como no, esa sería su futura profesión.
Aunque el destino, que es muy caprichoso, no sería la única que tendría.
Aficionado a una edad temprana, empezó a meterse de lleno.
Buscó un local, donde poder revelar sus fotos, colocar todo lo necesario, o al menos, los pocos utensilios con los que empezar su estoica etapa.
Contactó con un señor, amigo de su padre, que era dueño de varios locales de un mercado.
“ Lo que no podía imaginar, era, que allí, estaría el amor de su vida”
Don Luis “ el regente del local”, necesitaba hacerle a su hija Verónica, un reportaje fotográfico.
A lo cual Víctor, accedió gustoso.
Que mejor tener de cliente al mismísimo dueño, por generar más reputación.
Si el trabajo estaría bien hecho, ya tendría el cincuenta por ciento de la clientela asegurada.
Estaba empezando, ese trabajo le daría más “cache”.
Don Luis:
De acuerdo Víctor.
En un par de días Verónica pasará por aquí. Retratarla como se merece, su hermosura no es para menos. Las necesita para un puesto de trabajo.
Víctor:
No se preocupe, déjelo  en mis manos, estará segura conmigo, se lo que hago.
Donde pongo el ojo…
Don Luis se marchó  frunciendo el ceño, con gesto amenazador, como diciendo…
Ya veremos, más te vale.
A las diez en punto de la mañana, pasados dos días, entró la joven al local.
Víctor andaba enredando en sus cosas, sin percatarse, de espaldas al recibidor.
La joven fingió una pequeña tos seca, dándose Víctor la vuelta de inmediato sobresaltado.
“Aquí fue el comienzo del que sería el amor de su vida”
Hola, soy Verónica, la hija de Don Luis.
El impacto para Víctor fue brutal, tan inesperado, que su primera reacción, fue capturar con su cámara  ese preciso momento, que por supuesto, jamás olvidaría.
Y con la más provocadora de sus sonrisas, por fin se presentó.
Hola, yo soy Víctor.
Apenas eran unos adolescentes, experimentando el primer amor.
Dos locos apasionados descubriendo la pasión.
Cuantas noches trampeaban a la Luna, y contando las estrellas, iban construyendo sus sueños.
“Si  el mundo se hubiese parado en esos instantes…
Las ventas de la fotografía en el local, no eran las deseadas, no llegaban con el dinero para realizar sus ansiados sueños.
Víctor, optó por mejorar de empleo, con el propósito de posicionarse mejor económicamente.
Cursó oposiciones para la policía del estado, consiguiendo su objetivo.
De allí salió un policía raso de barrio, y eso, no quería para él.
La ambición por superarse, dio un paso más, formándose en un cuerpo especial.
Un puesto, que le daría un estatus, tanto social, como económico.
Todo marchaba, la felicidad les daba la mano, bendeciéndoles con un hijo que se engendraba en el vientre de Verónica.
Sin embargo, un fatídico día, llamaron para comunicar a Verónica, la más triste noticia.
Víctor, con dos de sus compañeros, saltaban por los aires literalmente.
Un artefacto tras la puerta de la casa de unos delincuentes, les estalló de lleno.
Tras estar entre la vida y el más allá.
Tras infinitas operaciones.
Verónica, permanecía a su lado, haciendo un gran esfuerzo todos los días, recorriendo quince kilómetros en bici, ya que el hospital, desde donde vivían, estaba a larga distancia.
Para colmo de más desgracia, Verónica, pierde el fruto que lleva en su vientre.
“Ni Víctor, ni Verónica… Volvieron a ser los mismos”
Víctor entró en una  depresión.
Postrado en una silla de ruedas, el abdomen magullado, el cuerpo torturado, la mente hundida.
No era justo!
La desidia y el infortunio lo contaminó  todo.
Lo que pudo ser y no fue.
Lo más bello y hermoso, se destruyó tras aquel fatídico día que el maldito artefacto exploto.
Recuperado tras meses de dura agonía, Víctor, decidió cambiar su vida de lleno, dejando su país.
Necesitaba olvidarse de todo, empezar una nueva etapa, volver a ser, sentir y vivir.
Cruzó miles de kilómetros, retomando la que siempre fue su pasión, su profesión.
Se volvió a enamorar “ eso creía” por dos veces.
Relaciones que fraguaron.


Porque hoy es el día, que ve a Verónica, en los flases que a su mente en imágenes llegan y guarda  en sus retinas.


Querrá el dichoso destino caprichoso que en un futuro unan sus vidas?...



Yayone Guereta.



Secuelas del invierno.




Invierno
que  congelas el alma y los huesos,
adormeces los sueños,
nos sepultas a no querernos,
a ir por las aceras
tapados hasta las orejas
sin levantar la vista al ajeno,
esperando que crezcan
o salgan setas
con los ojos pegados al suelo.
Lluvia y nieve
viento en las sienes,
quién no me dice a mi
que en un cruce de vista
pierdo la oportunidad de verte,
no vemos más allá
enfundados en corazas de hierro
miradas grises triste gesto,
la mayoría vestidos de negro.
Olvidamos los colores
en un lapsus de tiempo,
el pasado no vuelve
ni retornan los momentos,
hojas de calendario vacías
perdidas en días gélidos
deseando pasen deprisa
que el corazón comience con su bombeo
danza en latidos
calor en los cuerpos,
dándonos vida sintiendo.

Maldito invierno!!!



Yayone Guereta.