Sólo si eres alguien que aprecie los sentimientos y sus pensamientos, disfrutará de la escritura de ellos.
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20 de junio de 2016

Empacando el alma.



Me recogí en una otoñal estación
donde gestando caprichosa hizo nido 
en éste corazón que dejó su cordialidad apartado al mundo,
porque el desamparo se presentó instalándose a sus anchas,
paralizando el latido, y eso que sólo, 

-venía de visita-, 

aquella noche que decidió romperme las horas de un tiempo
y del que se adueñó por cuenta propia.

Es el rostro el que adivina las mañanas frente al espejo
presentando la realidad,
mostrándose en forma de lágrima, deslizando su humedad, 

-empacando el alma-, 

gastándose en el almacén que tragará el desfiladero,
pues la mirada se contempla cansada en una veracidad 
que no pasa indiferente surcando huella.

Me acomodo en ti, Soledad,

y acogida en tu hermosura te entrego mi entrecortado suspiro,
porque me llegaste a tocar como nadie lo hizo
y llevas el silencio escrito con mi nombre, 
endiablada y bella...

te hiciste de mis nostalgias dueña asiéndome a tu cintura.


Yayone Guereta.

15 de junio de 2016

Aunque la palabra sea sueño.



Siempre hay un constante efluvio 
en los ojos que emanan esa sed de piel, -mi sed-
y si por sus fronteras encontrase la esquina donde anclar mis inquietudes,
moriría eterna en carnes.

En mi pasión de Mujer no necesito estrategias que ordenen,
-pues en el ardor-
los cuerpos se atraen imantados entre lo cóncavo y convexo
fundiéndose como dos gotas de rocío tras el velorio que deja la noche.

Hasta puedo adivinarle,
-aunque la palabra sea sueño-
en mis versos enredados,
pues es "bravo", -salvaje arrebatador el condenado-

más ya dejé mi nombre en las cordilleras de su frontera
y el tacto emigró al mercurio de su ser en el resplandor de la caricia.

Aún late este corazón en virutas de fuego
y brota el delirio en estas manos temblorosas 
por querer saberte si existieses.

Nota:
Sigo dejando el alma en poemas en la cavidad de mis sienes.


Yayone Guereta.


11 de junio de 2016

Tras los vientos.



Vuelvo a mis ausencias en el reclamo del recuerdo, 
antes que aparezcan las lluviosas noches 
donde la luna fue llanto y gota de lágrima 
en una mejilla que ahora endurece.

Si en mi fatiga me dejé un te quiero en el cajón del olvido 
y las caricias en la parcela exiliada del corazón que ahora guardo, 
no se aflijan, 
son para apaciguar mi sed de calma y estar en paz conmigo,

aún en el renuncio del beso primaveral 
dejaré un susurro en la desnudez de mi frontera 
y sentirán mis aires cercanos, 
pues llevaré en la geografía de mi espalda 
el equipaje  que recogí de la memoria.

El ave añeja ya no emigra a los humedales, 
pues ahora se deja acariciar 
por el suave aleteo de la mariposa blanca 
que siempre trae buenas premoniciones,

alegres chocan ambas las miradas ajenas al mundo, 
como si de un cortejo celestial se tratase
en el lenguaje universal del amor sumándose a la naturaleza.

Que locura pretenden las atrevidas traviesas...

Voy tras los vientos risueña al camino bajo el cobijo de mi piel
con el sabor mágico del momento que trae el nuevo equinoccio y me entrega éste universo.


Yayone Guereta.

En mi voz:
https://drive.google.com/file/d/0BxTAX2JR7GuWdEtXUVppd3RCMXc/view





6 de junio de 2016

Sin olvidar que fuimos.



Y te siento reposado en tus caudales
que desde la calma me haces saber,
entre tus manos la única verdad como única
donde avanzas con pasos pequeños de gigante
dejando atrás otoños atrapados que muerden los tiempos.

Entierras el arrepentimiento de antiguas palabras
y siembras semillas que cultivas con tesón, 
con la luz que destila tu alegría
con la prudencia de sujetar los vientos que azotan fuerte
y arrasen lo sembrado para que germinen a la vida.

Mi inquietud ya se hizo reposo de tus horas baldías 
-donde vuelvo a sentirte-

y desde mi cielo que es el tuyo ambos raso
se compone la misma melodía,

la que sólo oyen las almas gemelas desde un mar en soledad
para ser por siempre hermanos de sentires apartando la duda
caminando en un sólo sentido 
y escuchando con la comprensión sin olvidar que fuimos.

Toma y dame la mano, dejemos huella, se hará recuerdo de lo vivido.


Yayone Guereta.


4 de junio de 2016

En la piel que amó.



Como es posible abordar un río de lágrimas hasta la extenuación, 
si en el aguante de los párpados pesados 
quemaron la preñez del sentimiento para evitarlos afligirse.

Es mi mar un mar muerto, 
donde cada sensación queda fría en la intemperie 
y congelada en su centro, 
se posa inerte evitando cualquier roce que la erice 
sintiéndome un oasis vacío.

Cada ola es invertida irónicamente en su rebelión 
y revuelta se prodiga dueña de un océano de emociones encarceladas, 
pues el miedo siempre aparece 
sintiéndome devorada en su devenir extendiéndose.

Mi pasado no hace acopio de recuerdos 
y olvida severamente la ingenuidad de la niñez, 
de amar despierta, entregando el corazón, 
pues las heridas vertidas en la piel que amó le recuerdan siempre 
que amar fue una indolencia.

Sé, que carezco de muchos dones, 
más la lucha desde mi humildad con mi mundo 
es perseverar lo que el olvido devastó en ésta ausencia, 
de ser sombra y sima, 
para creer en la conjunción de dos almas en conexión pariendo vida.

Convence y me vence ésta razón.

Quizás exija a la existencia lo que no me pertenece...


Yayone Guereta.

3 de junio de 2016

El exilio de un ente ( Parte II )



Apenas distinguía la sombra en su ente 
y llevándola al exilio 
que estaba escrito ya en la antesala del útero materno 
se preveía su porvenir, 
un futuro marcado por la frustración y la melancolía 
donde más tarde integraría los fracasos 
con la tinta de su misma sangre en angustias terribles 
quedándose incrustadas en la piel para la posteridad.

Absorbió y quemó todo lo que a su alcance dispuso 
a manos llenas sin satisfacción, 
buscando un norte que jamás encontraría, 
alcohol, drogas, sexo callejero por mero placer físico 
hasta la extenuación, 
postrado en el fango tocando fondo, 
que más tarde las neuronas no recuperarían 
la lucidez  que por momentos presumía,  
espejismo que los demonios danzantes burlaban en sus agonías.

(Miedo y temor, asesino de días)

En el desconcierto, destruido, intentando morir lentamente de hastío, 
aún insiste, 
en palpar con los dedos, que al leve roce arrasan la ternura exiliada, 
pulverizarla, y arrastrándose al devastador abismo, cobarde anómalo, 
inconsciente del mágico elixir, -regalo de vida-, 
que nunca sentirá en su ser, ni jamás sabrá dar, aún redimido.

En los infiernos subsiste hasta la eternidad, 
en una oscuridad sombría.

Imposible que conozca el amor una psique transmutada y derrocada al olvido, 
ni habrá lienzo que pueda trazar si el corazón está maldito.

Peregrino en la catarsis de las emociones quedará.

(Amor en remolinos son acantilados).


Yayone Guereta.

2 de junio de 2016

El exilio de un ente ( Parte I )



Sobre el pecho la daga clavada de su tormentosa oscuridad
donde escupe blasfemias,
inseguridad que solo un alma inmadura esputa con rabia, 
donde ya expiraron en la piel que advirtió el lamento y la tragedia, 

pues el cuero al que quería ultrajar en su infamia 
forjó una coraza desde las esquinas mucho antes 
haciéndose ésta  fuerte previniendo una aventurada guerra.

Amar en la crudeza de una bestialidad hostil, 
volátil en sus giros como un Boomerang, no era amar, 
la noche opaca advirtió el chasquido frío y seco que inmortalizó los cuerpos 
dejándolos vacíos en el espacio con las miradas perdidas al infinito.

Exterminado por la calidez de una caricia gimen los bordes 
y en la abundancia del beso 
tiembla la sensación desconocida que él, un ser mortal jamás tuvo, 
sintiéndose atacado ofreciendo la parte más animal 
donde muerde sus tiempos más convulsos 
reclamando cada rincón del cuerpo.

El lecho una mazmorra vacía, 
un vía crucis que cada noche le destroza y le devora,
el pánico ante la soledad se apodera de su fragilidad convirtiéndola en ira.


Yayone Guereta.