En esta ausencia broto desde mi desnudez
la mudez de los ecos en mi ánima
y del último suspiro de reflexión nace la palabra,
y del último suspiro de reflexión nace la palabra,
fluye libre en estrofas claras fragmentadas
como el río que barrunta el desenlace ligero de sus caudales
hacia un mar abierto en el final de su etapa,
la péndola se desliza pidiendo paso para desbordarse en sentimiento puro y cristalino,
la péndola se desliza pidiendo paso para desbordarse en sentimiento puro y cristalino,
el que me envuelve en este momento de vida
donde asumo lo que soy en libertad, sin perezas,
con la voluntad de ser quien soy.
Retozaron en la calidez de mis vientos
y entregada con la misma inocencia de juventud desafié lo escrito
convencida que era pasión en estado vivo,
y entregada con la misma inocencia de juventud desafié lo escrito
convencida que era pasión en estado vivo,
sin lapidar emociones,
siendo los instantes promovidos más que por el sentir,
-fue insensibilidad -
una obsesión enfermiza que mi piélago abandonó.
Llegó el día de amarme,
quererme desde ésta lucidez templada,
desde el amanecer de la aurora que nace al alba
quererme desde ésta lucidez templada,
desde el amanecer de la aurora que nace al alba
hasta el abandono de la luna que mece en nanas,
donde aún amarro en el silencio de estos labios encorsetados...
alguna nostalgia.
Mirad, pues mis ojos son reflejo de luz cálida, los que advierten una mirada.
Yayone Guereta.
Foto Propia.
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