Voy a verter al mar las gotas de lágrima hiriente que caen por mis párpados
y van filtrándose cuál cuchillos por mi cuero aguerrido,
para abandonar esta melancolía emulsionada en sollozos
para abandonar esta melancolía emulsionada en sollozos
con la que abato este rostro partido de sonrisas.
Pero una por una se diluyen entre las grietas penetrando su tristeza
soliviantando aún más mi inquietud,
( los días de lluvia siempre afligen la valentía
convirtiéndola en opacos ecos al amor)
invadiendo mi desnudez,
empedrando el alma,
amotinadas en rebelión para hacer allí de su morada mi patíbulo.
empedrando el alma,
amotinadas en rebelión para hacer allí de su morada mi patíbulo.
Más en las luchas de poder siempre hay vencedores y vencidos,
y ganáronme la batalla en la fragilidad del combatiente
y ganáronme la batalla en la fragilidad del combatiente
al mostrar el sentimiento servido en bandeja de plata,
sin otra arma con la que bregar.
sin otra arma con la que bregar.
Ríndome ante el azar de los días que traerán tanta pesadumbre
de este otoño venidero que lastima,
y en su fatalidad sólo quedome rogar al rey astro,
y en su fatalidad sólo quedome rogar al rey astro,
/lléneme de luz/
concédame en caridad un vértice de calor a este corazón aterido,
concédame en caridad un vértice de calor a este corazón aterido,
y que el cobijo de esta existencia cubra con tacto esta carencia,
con una suave caricia tierna,
con un abrazo protegido,
con el mismo cuidado, con el que se mima a un niño.
Yayone Guereta.