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20 de septiembre de 2016

Al amparo de la piel.



Apartada bajo un rostro sin primaveras 
y a la deriva entre emociones inhóspitas,
perpetúan las heridas que aún pesan en la memoria, 
así me hallo, -al amparo de mi piel-
pues suspiran las cicatrices aún abiertas del alma
que en su refugio de sanar, buscan exilio en la isla del olvido.

A veces no reconozco éste ser que tantas batallas libró,
estancada en el mismo punto de partida 
desde que el primer meteorito colisionó 
en esta envergadura de mujer
dejando una gran sima para los restos, 
protegida de un cielo anunciado sin lindes ni pasiones por cruzar.

El dolor se hace insoportable 
y la palabra rota asesina el grito libertario,
la aflicción en el pecho que cruje siente como la vida esposa,
vida que me arroja al cadalso masticando un adiós referido.

Éstos labios secos que exhalan los vientos de un norte 
no esperan ninguna boca a la que abonarse
donde sería suficiente ese adiós, 
tragando la poca fuerza que dejé en algún rincón de un limitado espacio oculto.

Los desgarros se ríen mientras sigo rebuscando
en esa parte que me hará soberana,
más la linea paralela que separa los desasosiegos
provoca al desarraigo 
que emocionalmente se queja de sentir algo muy suyo,
como si le perteneciera burlándose de si.

Despertaré el día que mi psique logre deshacerse de una partitura pasada,
-y si despertase-,
no me miréis con la tristeza que se observa un ave lastimada 
a la que fracturaron sus alas y quédese sesgada sin  horizonte,
sino a la Hembra que emergerá de un prolongado silencio 
y  de una fatídica ausencia.

Yayone Guereta.

De mi voz:

Foto propia.
@ElrincóndeNai.